Sobre calderos y barajas.
Desde que la gata se adjudicó para sí los títulos de propiedad de mi casa las cosas no andan muy normales que digamos, cada tanto ocurre algo: la veo concentrada y con su mirada puesta en la nada siguiendo el movimiento de objetos para mí invisibles, en ocasiones escucho un ruido en la sala y luego la veo venir con los bigotes llenos de boronas de pan, pero en otras vuelvo a escuchar el mismo ruido mientras ella duerme plácidamente en una orilla de mi cama… en fin, por ahora nada que deba preocuparme.
Lo cierto es que, si bien podría pensar en alguna explicación “racional”, prefiero que mi mente divague en el misterio, que sienta la necesidad de olvidarse de la ciencia e inventar alguna religión, o más primitivamente aún, mitos e historias.
Es por eso que me gusta tanto la cocina. Recuerdo a mis tías las brujas cocinando en el caldero de chismes a sus víctimas, literalmente se los comían envueltos en hojas de plátano mientras la bruja superior, es decir la más vieja, se cercioraba de que la masa estuviera en su punto: “Le falta sal…”, “…ya no la muelen como antes.”, “Todavía tiene que moverla más…”.
La cocina no es más que la herencia de conocimientos alquímicos ancestrales que fue llegando a mí como un territorio al que, en un inicio, tenía vetado acceder. Y es que claro, a los aquelarres y a los babyshower ni los hombres ni los magos estábamos invitados, salvo (y aplica en ambos casos) para ser la diversión del momento.
Cuando llegó a mis manos el primer libro de magia, a eso de los diez años, ya en mi memoria se habían cuajado una serie de impresiones ligadas a lo gastronómico: la sopa de pollo de mi bisabuela, los macarrones con queso de mi abuela, el arroz guacho, el gusto exótico de mi tío, las fiestas, las “boquitas”, las reuniones… la cocina es trasmutación: lo muerto se transforma en lo vivo y de pronto caes en cuenta que en cada acto culinario podés resignificar la vida, pero también te acercas a tu propia muerte. Y es que algún día seremos nosotros el manjar dionisiaco que nutra la tierra.
La cuestión es que no vengo a hablar de antojos sino de historias, historias que pueden ser contadas con olores, pero también en una baraja.
Es agosto de 1877 y el prestidigitador señor Hermann arribaba a Costa Rica, no se sabe cuál de toda la dinastía Hermann fue, tampoco dónde se presentó y quizás la cafetería en la que degustó por primera vez café nacional y se sentó a admirar el paisaje josefino de hoy, si tuvo la mala suerte de sobrevivir para atestiguar su deterioro, una tienda de ropa americana o una cadena gringa de comida rápida. Lo cierto es que, como lo anunciaba La Gaceta, era capaz de servir cincuenta bebidas alcohólicas distintas de una misma botella según se las iba pidiendo su público, convertía la plata en oro y sabía el secreto para conseguir una fuente infinita de habanos, sin duda la personificación de las fantasías de los hombres de época.
Al mismo tiempo en el Teatro Municipal y como parte de un espectáculo de variedades, hacía gala Pompeyo, el chancho sabio, quien tras mirar el reloj daba la hora exacta percutiendo el piso con sus pezuñas y anunciaba expresamente quién era el presidente de la República, así como también el General en Jefe haciendo gala de su conocimiento en política.
No faltaron después los taumaturgos, los nigromantes y los profetas. Más adelante la capital vio desfilar actos de telepatía y exhibiciones de hipnotismo hasta llegar a la época dorada del Teatro Variedades, hoy descuidado por la negligencia de quienes tienen a cargo el velar por el patrimonio, donde la señorita Mady, una médium, se contactó con espíritus frente a las miradas atónitas de las damas y los caballeros que llenaron la sala.
A partir de ahí los magos hemos sido seres de pueblos, de bares, de teatros, de fiestas, de televisión… de entretenimiento.
Se cuenta que en Talamanca había seres capaces de convertir una vara en una serpiente, así como aparecer agua repetidas veces de una calabaza vacía, era posible que estos actos en su momento distaran de ser pasatistas y por el contrario, conformaban una clara demostración sobrenatural.
Debo a Maieroni Vito, un gran amigo y colega en la magia las siguientes anécdotas: cuenta que en 1903 llegó al país un antillano conocido como el “Negro Beckler” quien estuvo realizando magia de corte ritual en la zona de Limón. Sin embargo, ninguno tan prominente como Tai Wan Chan, un ilusionista oriundo de China quien pasó posteriormente a ser embajador en Panamá, tuvo algunos negocios en Plaza Víquez y Guanacaste y finalmente murió en Liberia.
Hubo otros artistas que se desempeñaron en el terreno de la magia como Sandoca, quien vino de Cuba y asegura haber sido llamado por el entonces presidente “Don Pepe”. Lamentablemente murió casi en la indigencia en algún hospicio de ancianos de San José.
Pero ninguno hasta entonces abocado a una causa social como Valeriano Orozco, quien junto con el Dr. Juan Guillermo Ortiz, llevó a cabo el proyecto llamado “Hospital Sin Paredes” en la zona de San Ramón. Valeriano hacía juegos de magia con un fin educativo y de salud enseñando así a las personas la importancia del lavado de manos, la prevención en salud, por qué tenían que vacunarse, etc.
Posteriormente las figuras de Maieroni y el mago Santiesteban resonaron en la televisión y el teatro hasta nuestros días con un ya más amplio número de colegas y apasionados que nos dedicamos a este arte.
Lo cierto es que los magos, aun con el histrionismo escénico que nos caracteriza, tendemos a camuflarnos entre las personas, a guardar para nosotros el secreto, pero compartir la historia, que es al fin de cuentas lo importante.
Lo que también es cierto es que estas historias bien pueden ser contadas con palabras, como lo hacían los grandes cuenteros desde la antigüedad o con cartas, con sonidos hechos con cuernos ancestrales o con un fagot electrónico, con dibujos en las paredes, con humos y espejos, con sombras, o con silencios.
https://www.youtube.com/watch?v=HOkpuSjCZ_Q&t=253s&ab_channel=PabloValverde
Perdón que me detenga y escriba hasta acá, debo atender un asunto en la cocina mientras mi gata, que duerme plácidamente, es inocente de los ruidos que ahí suceden…
https://www.youtube.com/watch?v=RLHEm6X4PII&ab_channel=PabloValverde